Me desperté con tu imagen en mi mente. Me desperté después de haberte soñado. Me desperté.
Me desperté intensamente sobresaltada, prendí la computadora y traté de buscar algo que pueda graficar lo que soñé para volver todo un poco más real. Lo encontré.
Me desperté de un sueño profundo donde nadaba entre aguas profundas, recorría y contaba cada uno de tus lunares y me perdía en la eternidad de tu barba.
Una canción me recordó la mañana que escuché tu nombre por primera vez y sonreí. Creo que en este momento no hay algo que me guste más que escuchar tu nombre. Tu nombre envuelve una calma que necesito. Es mi nueva droga dentro de la soledad. Tu nombre suena a caricias y por eso me gusta tanto. Tu nombre suena a todo lo que necesito.
Cerrar los ojos y adentrarme en un mundo sin estar soñando. Cerrar los ojos e imaginar miles de juegos para jugar juntos mañana cuando nos encontremos en el lugar de siempre.
Yo con tus ojos, tu boca, tu cara, tu espalda, tus lunares, tus mejillas, tu pelo, tus brazos, tus piernas, tu eternidad, tu deseo. Vos conmigo. Nosotros.
