Un beso llega

Tenía tantas ganas de besarte,
tantas tantas.
Cuando me hablabas de los recuerdos de tu infancia
y me señalabas a donde vas cuando te aburrís los mediodías.
Tenía tantas ganas de besarte
mientras mirábamos juntos Breathless
y los dos soñábamos 
con ser Jean Paul Belmondo y Jean Seberg.
Tenía ganas de besarte cuando te reíste del chiste que te hice
justo después de coger
cuando nos miramos con ternura.
Cuando nos tapamos con las sábanas
porque el invierno invadió nuestra habitación,
seguí con ganas de besarte.
Despacito, en la mejilla y en tus labios,
acariciarte la cara con mi nariz
y hacerte cosquillas en el cuello.
También tuve muchas ganas de besarte 
la noche que fuimos a ver a Juana Molina al teatro
y en cada acorde me gustaba afirmar con la mente
que para mi también la gloria es verte volver
y saber que un beso llega.
Un beso llega.

Constelaciones

Mi sueño es que me dejas contar
los lunares de tu espalda.
Poder unirlos con líneas imaginarias
y crear constelaciones que te mimen,
que logren hacerte sentir feliz.
Cuando me hablás
me gusta mirar las formas que tienen tus ojos
cómo se dibujan puntitos que forman
la historia de tu piel.
En el momento en que nuestras manos se entrelazan
se desata la libertad de cada uno de nuestros actos,
me parece tan bien que nos guíemos hacia la nada
y que, en esa nada, seamos todo.
Respirar irrealidad constante,
como cuando estamos en el teatro y nos creemos en la obra.
Así pasan los años, reírnos.
Así pasan las noches, alejarnos.
Anoche soñé que nos despedíamos pero estábamos bien.
En la siesta irrumpimos en un reencuentro hermoso,
donde prometimos no volver a separarnos.
Y, mientras yo fumaba acostada en la cama,
vos leías y yo contaba tus lunares
y los unía con líneas imaginarias que formaban constelaciones.
Vos te diste vuelta y confesaste que eras feliz.